Su princesa

Fue espectacular. Nunca había pensado que aquel placer pudiera llegar a sentirse.

Estaba cansado. Físicamente. Mentalmente.

Había sido difícil.

No se consideraba con un don especial para atraer al sexo opuesto y sin embargo, por muy atrás que rebuscara en su memoria, no conseguía recordar algo parecido.

Semejante espécimen dejaba rastro allí por donde pasaba y la competencia había sido… salvaje. Pero él había triunfado allí donde todos los demás fracasaron.

Y luego, cuando el aroma se hizo embriagador y el placer lo inundó todo, cuando se abandonaron a sus cuerpos… bueno, fue,… fue hermoso.

Y volaron muy alto en la noche, juntos, bajo las estrellas. Y bailaron una danza que salía de sus corazones y que nadie les había enseñado. Todo era hermoso y nuevo.

Aquel aroma… lo seguía inundando todo…  le acompañaría en su corta vida.

Fue la mejor hora y media de su existencia. Como si toda su existencia hubiera estado predestinada a conocerla, a tenerla… ahora la querría por siempre, a su princesa. Sí, iba a ser su princesa. Lo había decidido, la cuidaría, la alejaría de todos los demás.

Daba igual si ella después estaba con otros. Ellos nunca tendrían a su princesa. La princesa con la que él voló muy alto.

Pero ahora se sentía cansado. Demasiado para volver a salir a buscar a su princesa, esa que revoloteaba destacando de entre todas las demás.

Demasiado cansado…

 

Finalmente, la polilla, agarrada en el árbol, pensando en su princesa, perdió la conciencia de sí misma.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *