—Estoy un poco cansado de esta situación —decía el marido—. Parece que siempre tengo que darte explicaciones de todo lo que hago, no crees lo que te digo.
—¡Siempre dices que soy muy celosa! —chillaba la mujer— ¡Pero no haces nada para remediarlo!
—Es que mi trabajo es así, conozco a mucha gente —argumentó en su defensa el visitador médico.
—Ya, pero es que Paquita, la del quinto…
—Es una chismosa. Solo dice tonterías.
—¡Paquita me dijo que seguro tomaste algo con la rubia esa, con la que te vi! ¿Es eso cierto?
—¡Claro que no! Paquita te mete muchas trolas en la cabeza.
—¡Es que… no sé qué creer…! —Comenzó a llorar.
—¡Cree en mí, cariño!
—¡Mario! —gritó— ¡Deja de pegar a tu hermana!
—Mamáaa. Es que me ha quitado a Willy —dijo lastimosamente
—¡Ana! ¡Devuélvele ahora mismo el dinosaurio a tu hermano!
La niña le lanzó el muñeco a la cabeza. El niño, más por susto que por dolor, empezó de nuevo a llorar estrepitosamente.
—¡Ana! —gritó de nuevo la madre.
—María, déjalos, que son niños. —Dijo el padre cansado de la larga escena de carambolas a tres bandas.
—¿Cuánto queda? —Preguntó Abdessalam.
—Un rato aún —Respondió Ibrahim.
—No quiero fallos, por Alah —Dijo Moad.
—Me aburro. Pon algo de música para que se pase más rápido el tiempo.
—¿Crees que estamos aquí por placer? —En su labor de líder debía mantener la disciplina y la integridad en la fe de la misión. Para eso habían sido duramente entrenados—. En la próxima oración pide a Alah que sea grande con tu familia pues tú vas a ser grande con él. Muy pronto.
Alfredo llevaba más de cuatro horas al volante de su camión. Cruzaba los dedos para que no le parara la Guardia Civil, fijo que lo multaba. No había cumplido sus descansos pero su jefe había sido tajante: “La multa la pago yo, haz lo que tengas que hacer para estar allí antes de las dos de la mañana”. Aún le quedaban dos horas para llegar a la frontera con Francia, estaba convencido que con una parada, unos 45 minutos, podría apurar para cumplir el servicio sin que le cortaran el cuello. Por lo menos, que se lo cortara su jefe, la benemérita era otra cosa bien distinta.
—Paquita me dijo que en los congresos que vas… Como la gente duerme en hoteles…, dice que es un desmadre —balbuceó entre sollozos.
—Pero, ¿por qué le haces caso a esa gruñona? ¿Ella qué sabrá? —protestó Pablo cansado de tener que luchar continuamente con esta situación. —Se pasa todo el día viendo telenovelas, seguro que de ahí saca los culebrones que te mete en la cabeza.
—Es que siempre están igual —protestó la madre mientras trataba de alargar el brazo para coger de la solapa de la blusa a la rebelde niña—. ¡Pero Ana!, ¿por qué te has quitado el cinturón? –dijo levantando de nuevo la voz.
— Se lo ha quitado nada más salir –chivó el hermano.
—¡Ana! –repitió con indignación la madre, desabrochándose el suyo para poder girarse mejor y llegar hasta el del asiento trasero.
—Espera María que nos queda muy poco para llegar al peaje de Sant Sadurni. Vamos a parar allí un rato, que descansen los niños.
—Todo por Alah. –Insistió Moad—. Unas pocas horas más. ¡La fe mueve montañas!
— Montañas –repitió Ibrahim bostezando y moviéndose en el asiento del conductor.
¡Malditos moros! —vociferó Alfredo al ver que el coche de delante disminuía de velocidad sin motivo aparente. Pisó un poco más el acelerador y giró el volante para adelantar al viejo Peugeot.
Cuando Pablo volvió a mirar a la carretera encontró que la cisterna que estaba a punto de adelantar había girado violentamente y le cerraba el paso. Era demasiado tarde. Quizás podía perder algo más que a la mujer a la que tanto amaba. Intentó esquivarlo por la izquierda, hacia el arcén, pero el camión ya se cerraba sobre el carril izquierdo de la autopista. Pisó el freno con violencia y pese al ABS el coche patinó impactando sobre la rueda trasera del camión, que reventó al instante.
El padre lo vio todo en primera persona. Un camión cisterna y dos coches trataban de pasar por donde no cabían. Instintivamente pisó el freno, sin recordar que buena parte de su familia no llevaba sujeción alguna.
Ibrahim notó un fuerte impacto por detrás y perdió el control del vehículo que empezó a dar fuertes bandazos.
El matrimonio García era una pareja de ancianos que había vivido toda su vida de su plantación donde ya su bisabuelo trabajaba la vid. Acababan de sentarse en el sofá para ver la telenovela mexicana.
Su casa estaba a unos 100 metros de la autopista por lo que al producirse la fuerte deflagración todas las ventanas de la casa reventaron simultáneamente, incluyendo la pantalla de su viejo Sanyo. Ambos ancianos se sobrecogieron y abrazaron con fuerza.
Jaime decidió cambiar de canal y puso “La 1”. Le gustaba aquella presentadora. ¿Sería tan guapa cara a cara o era cosa del maquillaje? Que voz tan bonita, se la veía resuelta y segura.
“En el lugar de los hechos tenemos a nuestro compañero Sergio Cortina. Sergio, dinos, como ha ocurrido el accidente.”
“Hola Susana, pues lo cierto es que ni la policía ni la Guardia Civil con la que hemos hablado nos aclaran del todo lo sucedido” Decía el joven reportero mientras la cámara enfocaba a lo lejos un camión cisterna volcado y ardiendo en plena autopista. Se apreciaba a un grupo de bomberos que trataba de aplacar las llamas.
“Todos los indicios llevan a pensar” continuó “que un camión cisterna cargado de 5.500 litros de gasolina reventó un neumático y volcó sobre la autopista AP7 cerca del peaje de Sant Sadurni. En dicho accidente se han visto involucrados varios vehículos.”
La cámara enfocaba ahora a una joven pareja que se abrazaba, sentados sobre un guarda raíl, tapados por unas mantas de emergencias. A ella se le veía llorar.
“Y, Sergio, cuéntanos ¿hay víctimas o heridos en el accidente?” Decía de nuevo desde el estudio la guapa Susana.
“Tanto el conductor del camión como los ocupantes de dos coches implicados en el accidente han salido ilesos o con heridas de poca consideración.” Continuaba explicando el reportero “Tan solo una mujer y una niña han sido atendidas por cortes con cristales y traumatismos leves y otra mujer…” la cámara seguía enfocando a la pareja de enamorados “ha sido atendida por los sanitarios por un fuerte ataque de ansiedad, seguramente estrés postraumático”.
“Se habla de una fuerte explosión, cuéntanos”.
“Sí, efectivamente, se ha producido una fuerte explosión.” Ahora la imagen había cambiado, una toma grabada. A unos cincuenta metros del camión que ardía se apreciaba un puente de la autovía totalmente destruido. Los restos ocupaban ambas calzadas y se intuía algo que podría haber sido un coche. La voz del reportero continuaba “La Guardia Civil tiene la zona acordonada. Se sospecha que había otro coche implicado en el accidente y que al chocar contra la base del puente ha explotado. La explosión se ha escuchado en varias decenas de kilómetros a la redonda. Si bien ningún portavoz oficial ha realizado ninguna declaración al respecto, fuentes no autorizadas hablan de posibles terroristas transportando explosivos.”